La vida del reconocido merenguero dominicano Rubby Pérez dio un giro inesperado cuando, tras años de carrera y fama, se enteró de que tenía un hijo del cual no sabía absolutamente nada.
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Brayan, un niño de madre salvadoreña, vivía en Washington D.C. y creció sin la figura paterna del cantante.
Fue recién cuando el pequeño tenía 10 años que Rubby tuvo conocimiento de su existencia, algo que lo marcó profundamente.
Según relatos cercanos, la madre de Brayan y Rubby tuvieron una breve relación durante una gira del artista por Estados Unidos.
Al parecer, ella decidió criar a Brayan por su cuenta, manteniendo en secreto la identidad del padre.
Sin embargo, con el tiempo, las circunstancias cambiaron y la verdad salió a la luz. El encuentro entre padre e hijo fue cargado de emociones, nerviosismo y mucha incertidumbre.
Rubby, conocido por su carisma en los escenarios, enfrentó este nuevo capítulo de su vida con humildad y determinación.
A pesar de la distancia y los años perdidos, expresó su deseo de estar presente en la vida de Brayan.
El proceso de acercamiento no fue fácil; hubo conversaciones difíciles, lágrimas y momentos de duda. Pero también hubo esperanza, perdón y la intención de construir una relación desde cero.
Hoy en día, Brayan y Rubby mantienen una relación cercana, y aunque el tiempo no puede recuperarse, ambos han demostrado que el amor puede surgir aun en medio de la ausencia.
Esta historia ha conmovido a muchos seguidores del cantante, quienes ven en su experiencia un testimonio de humanidad, responsabilidad y redención.
Sin duda, conocer a Brayan cambió la vida de Rubby Pérez para siempre, dándole un nuevo propósito más allá de la música.
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